Llegó al país a mediados de año para reforzar al Olmedo sin que nadie lo conociera y ahora es del delantero que más se habla en el fútbol ecuatoriano.
No se siente como el delantero de moda en el Ecuador, por el contrario cree que puede dar más de los 14 goles que lleva marcados en el segundo semestre del año. Esta es su mejor marca en su carrera profesional.
Llegó de Córdoba-Argentina, con 22 años y con un profesionalismo bárbaro. Se considera tranquilo y reservado, eso fuera de las canchas, porque adentro explota. Por eso le gusta mucho Riobamba, porque es una ciudad tranquila, en la que se siente como pez en el agua.
Desde los 15 años anda pateando la pelota por donde se atraviese un arco. Empezó en Racing de Avellaneda donde debutó a los 18 años en primera categoría para luego dar su primer salto internacional a Guaraní de Paraguay donde jugó año y medio. Su debut profesional fue ante Argentinos Juniors, jugó apenas 10 minutos, los más lindos de su vida por eternos.
Gabriel Perrone, técnico del Olmedo, viajó a mitad de año a Argentina y lo contactó. El flechazo fue instantáneo, Barcos no dudó en venir a Ecuador porque le dijeron que el dolo de Riobamba es un equipo importante, que siempre pelea los primeros puestos.
"Cuando llegué sentí que podía triunfar porque (Olmedo) se trata de un equipo fuerte y eso me dejó tranquilo porque sabía que podíamos hacer cosas buenas", dice el goleador del Ciclón.
En Riobamba tiene un compañero de fórmula que lo ha ayudado a triunfar. Bueno, ambos se han ayudado. Es el paraguayo Jorge Torales a quién ya conocía pero no había jugado con él. "Los dos tenemos mucha predisposición, dejamos todo en la cancha y eso nos une cada vez más.", reconoce Barcos.
Pero hay una fórmula para que sean la pareja ideal en el ataque. "Siempre hablamos de lo que queremos y de lo que no queremos, él me entiende a mi y yo lo entiendo a él, esa es la base por lo que nos llevamos tan bien".
Sonríe cuando piensa en los mejores goles anotados en Ecuador. Fueron los últimos que convirtió a Emelec, en el Capwell, y a Barcelona en Riobamba. Pero también se alegra cuando recuerda que un gol a Nacional en el Atahualpa, en la liguilla final, le sacó la bronca de no haber podido anotar en ese mítico estadio.
Sin embargo, aún tiene una espina por sacarse. "De los equipos de la liguilla, a Deportivo Quito no le marqué todavía". Es una deuda pendiente.
Se ha enfrentado a todo defensa que se le ha puesto al frente, pero asegura que son los zagueros de El Nacional los que más le han complicado. Pero cuando se le pide un nombre de un defensa complicado enseguida le sale el de Samuel Vanegas de Barcelona.
Dice que le boquillan mucho los defensores "pero igual yo les hablo y me quieren caer a trompadas pero después todo está bien y nos abrazamos al final del partido".
No se siente como el delantero de moda en el Ecuador, por el contrario cree que puede dar más de los 14 goles que lleva marcados en el segundo semestre del año. Esta es su mejor marca en su carrera profesional.
Llegó de Córdoba-Argentina, con 22 años y con un profesionalismo bárbaro. Se considera tranquilo y reservado, eso fuera de las canchas, porque adentro explota. Por eso le gusta mucho Riobamba, porque es una ciudad tranquila, en la que se siente como pez en el agua.
Desde los 15 años anda pateando la pelota por donde se atraviese un arco. Empezó en Racing de Avellaneda donde debutó a los 18 años en primera categoría para luego dar su primer salto internacional a Guaraní de Paraguay donde jugó año y medio. Su debut profesional fue ante Argentinos Juniors, jugó apenas 10 minutos, los más lindos de su vida por eternos.
Gabriel Perrone, técnico del Olmedo, viajó a mitad de año a Argentina y lo contactó. El flechazo fue instantáneo, Barcos no dudó en venir a Ecuador porque le dijeron que el dolo de Riobamba es un equipo importante, que siempre pelea los primeros puestos.
"Cuando llegué sentí que podía triunfar porque (Olmedo) se trata de un equipo fuerte y eso me dejó tranquilo porque sabía que podíamos hacer cosas buenas", dice el goleador del Ciclón.
En Riobamba tiene un compañero de fórmula que lo ha ayudado a triunfar. Bueno, ambos se han ayudado. Es el paraguayo Jorge Torales a quién ya conocía pero no había jugado con él. "Los dos tenemos mucha predisposición, dejamos todo en la cancha y eso nos une cada vez más.", reconoce Barcos.
Pero hay una fórmula para que sean la pareja ideal en el ataque. "Siempre hablamos de lo que queremos y de lo que no queremos, él me entiende a mi y yo lo entiendo a él, esa es la base por lo que nos llevamos tan bien".
Sonríe cuando piensa en los mejores goles anotados en Ecuador. Fueron los últimos que convirtió a Emelec, en el Capwell, y a Barcelona en Riobamba. Pero también se alegra cuando recuerda que un gol a Nacional en el Atahualpa, en la liguilla final, le sacó la bronca de no haber podido anotar en ese mítico estadio.
Sin embargo, aún tiene una espina por sacarse. "De los equipos de la liguilla, a Deportivo Quito no le marqué todavía". Es una deuda pendiente.
Se ha enfrentado a todo defensa que se le ha puesto al frente, pero asegura que son los zagueros de El Nacional los que más le han complicado. Pero cuando se le pide un nombre de un defensa complicado enseguida le sale el de Samuel Vanegas de Barcelona.
Dice que le boquillan mucho los defensores "pero igual yo les hablo y me quieren caer a trompadas pero después todo está bien y nos abrazamos al final del partido".
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