No había tenido tiempo de comentar sobre la despedida de Alex Aguinaga pero hoy me pongo al día.
Fue una verdadera fiesta lleno de colorido, buen fútbol, emociones, nostalgia y recuerdos.
Quienes estuvimos en el estadio Olímpico Atahualpa el pasado viernes 19 de octubre vivimos momentos muy especiales observando por última vez a Alex Aguinaga hacer fintas, amagues, caños y verdaderos golazos en el escenario deportivo que lo llenó de gloria.
El baúl de recuerdos que tienen nuestras retinas, empezó a desenpolvarse cuando Aguinaga saltó al campo de juego.
Y empezamos a recordar esa gran Copa América ecuador 93 donde el "Güero" le hizo un golazo a Uruguay en el arco norte.
O las llevadas de aquel joven irreverente que actuaba con la camiseta del Deportivo Quito en los años 80.
Pero creo que el recuedo más vivo que tenemos de Aguinaga es el pase gol que hizo para que Jaime Iván Kaviedes sellara el pasaporte a nuestro primer mundial.
Con cada recuerdo, los ojos empezaban a empañarse pero no con lágrimas de tristeza sino de alegría y agradecimiento con este ser humano que tanta dicha nos entregó metido en un rectángulo verde.
Y cuando ya parecía que todo estaba dicho, otra vez Aguinaga nos hizo delirar anotando un golazo en su fiesta de despedida. Así como lo bañó al grandulón Dida en el Morumbí de Sao Paulo, así Aguinaga se despidió de sus seguidores.
¡Hasta siempre Alex!
Fue una verdadera fiesta lleno de colorido, buen fútbol, emociones, nostalgia y recuerdos.
Quienes estuvimos en el estadio Olímpico Atahualpa el pasado viernes 19 de octubre vivimos momentos muy especiales observando por última vez a Alex Aguinaga hacer fintas, amagues, caños y verdaderos golazos en el escenario deportivo que lo llenó de gloria.
El baúl de recuerdos que tienen nuestras retinas, empezó a desenpolvarse cuando Aguinaga saltó al campo de juego.
Y empezamos a recordar esa gran Copa América ecuador 93 donde el "Güero" le hizo un golazo a Uruguay en el arco norte.
O las llevadas de aquel joven irreverente que actuaba con la camiseta del Deportivo Quito en los años 80.
Pero creo que el recuedo más vivo que tenemos de Aguinaga es el pase gol que hizo para que Jaime Iván Kaviedes sellara el pasaporte a nuestro primer mundial.
Con cada recuerdo, los ojos empezaban a empañarse pero no con lágrimas de tristeza sino de alegría y agradecimiento con este ser humano que tanta dicha nos entregó metido en un rectángulo verde.
Y cuando ya parecía que todo estaba dicho, otra vez Aguinaga nos hizo delirar anotando un golazo en su fiesta de despedida. Así como lo bañó al grandulón Dida en el Morumbí de Sao Paulo, así Aguinaga se despidió de sus seguidores.
¡Hasta siempre Alex!
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