

Los jugadores en la cancha no sabía dónde ni como correr para festejar el magno acontecimiento, la emoción era tal que faltaban brazos para unirse a la hinchada.

Uno de los gestos más significativos fue el que tuvo el portero José Francisco Cevallos, quien, con lágrimas en los ojos, se subió a la banca de los suplentes y agradeció a la hinchada por el apoyo.

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